sábado, 12 de abril de 2008

JESUS Y LA ORACION


Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. De cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará. Y al orar, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, orad así:



Padre nuestro que estás en los cielos:



Santificado sea tu nombre,



venga tu reino,



sea hecha tu voluntad,



como en el cielo



así también en la tierra.



El pan nuestro de cada día,



dánoslo hoy.



Perdónanos nuestras deudas,



como también nosotros perdonamos



a nuestros deudores.



Y no nos metas en tentación,



mas líbranos del mal.



[Porque tuyo es el reino,



el poder y la gloria



por todos los siglos. Amén.]



Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.






Mt. 6: 5-15








Pedid, y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla, y al que llama se le abrirá. ¿Qué hombre hay entre vosotros que, al hijo que le pide pan, le dará una piedra? ¿O al que le pide pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?



La regla de oro



Así que, todo lo que queráis que los hombres hagan por vosotros, así también haced por ellos, porque esto es la Ley y los Profetas.






Mt. 7: 7-12

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